martes, 6 de julio de 2010

Frágil.


Abrumada. Hasta las narices. Y esque, parece que no acaba nunca. Y se cansa, se cansa por todas esas pequeñas cosas que la suceden. Está hasta las narices de tener que aguantar más y más. Y de callarse. Y de ponerse tan borracha que no recuerda lo que hace. Y de dar pena, porque eso lo sabe hacer muy bien. Está cansada de estar sola, tan sola que a veces llora por las noches. Llora pensando en él, en ellas, en todo. Porque la soledad, aunque sea acompañada, la ahoga y hace que se vuelva frágil.

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