martes, 22 de febrero de 2011

Real.

Pasa el tiempo sin darnos cuenta. Pasa el tiempo tan rápido a veces que incluso no te das cuenta del daño, de la espera, de nada. No te das cuenta de que los demás siguen, tú sigues, la vida sigue. Y, cuando por fin te percatas de que el tiempo ha pasado, te sientes sola. Sola porque las personas que antes eran importantes ahora ya no lo son, tanto no. Porque lo que antes te gustaba o podía gustarte ya no tiene sentido, ya no te gusta. Porque ves lo felices que son personas que antes eran parte de tu vida y que ahora no lo son. Y te sientes idiota al pensar que ellos no iban a ser felices sin tu amistad.
-¡Qué ilusa he sido tantas y tantas veces!
-¿De verdad creías que ibas a ser tú siempre el centro de atención?
Y ahora, cuando por fin te das cuenta de que te has separado de tus amigas, que con tu familia no te entiendes, que no tienes a una pareja para hacerte sentir especial... te derrumbas.
-Lo tienes bien merecido por no haber sabido seguir al lado de las personas que te querían.
Y sólo queda resignarte. Tal vez tu nueva situación te guste. Tal vez tu nueva situación te angustie. Tal vez... necesitabas cierta distancia para darte cuenta de que ahora la situación es diferente, nadie va a estar detrás de ti, tendrás que ser tú la persona que apoye a los demás, que esté siempre, que trate de preocuparse.


Pero no, yo no soy así, yo no puedo preocuparme por gente que ya no es parte de mi vida. No llamaré a nadie para decirle simplemente "te quiero" cuando nunca lo he hecho antes. No pararé de hacerles daño. No puedo hacer nada más que seguir aquí, aguantando sola. Y no estoy sola, sé que no. Pero, ¿a quién le importa realmente cómo me sienta?

lunes, 21 de febrero de 2011

Pájaros de Portugal.


Su largo vestido de color rosa pastel se mueve al tiempo que ella camina con lentitud por una de las grandes terrazas abarandilladas del palacio. Sólo se escuchan sus zapatos repiquetear en las baldosas. Aumenta el ritmo de su marcha con cada paso, deseosa por llegar hasta él. Entra en el interior del majestuoso lugar y camina por las estancias. Tras cruzar los amplios salones, llega por fin a la habitación en la que él la espera. Él está contemplando por la ventana la belleza de aquel paraje mágico, verde y colorido.
-Mi señor, ya estoy aquí -murmura ella con su suave voz.
-Oh, querida, ven a contemplar el bello lugar.
Él no aparta la mirada de lo que, a través de la ventana, ve. Ella se acerca, agarrándose el vestido para no pisarlo. Se queda asombrada tras darse cuenta de que es algo particularmente delicioso a la vista.
-Es precioso -susurra ella, asombrada.
-Sí, lo es -él la mira con una sonrisa.
-¿Nos quedaremos? -ella sigue mirando por la ventana un segundo antes de mirarlo.
-Nos quedaremos aquí, princesa.

martes, 15 de febrero de 2011

Enyel.


Hace tiempo que ella sabe lo mucho que lo adora, lo mucho que lo necesita, lo mucho que lo quiere. Le sorprendió saber que él también la quería de igual modo, que la veía con ojos diferentes. Pero las cosas fueron complicadas desde un principio. Nada fue fácil entre ellos, no porque ellos no se quisieran, sino porque la vida a veces es difícil. Pero ahora están juntos, están bien, son felices. Cada foto, cada momento, cada beso, todo es perfecto. Y ellos saben que lo suyo es real, diferente, porque están hechos el uno para el otro. O eso cree ella, al menos. Siempre hay algo que puede fallar, en este terrible trascurso de la vida, pero ella no quiere perderlo. Podría llorar mil veces en silencio, podría callar sus miedos, podría... pero no, ya no. No tiene que silenciar nada, ni dejará que sus miedos ganen la partida. Estar con él es único, mágico. Como imaginarse en un lugar repleto de lindas mariposas de colores. Porque él la hace sentir tan especial que, sólo por eso, merece la pena no caer en la tentación. Sólo caer en sus labios, en su piel, en sus ojos, en su sonrisa. Desde el fondo de su corazón grita ¡te quiero! y él lo escucha. Aunque lo que oculta ella tras un susurro es que no quiere perderle jamás.

lunes, 14 de febrero de 2011

Historia de San Valentín II

-Pues vete con ella si tanto te gusta -ella grita, enfurecida.
-No digas tonterías, joder, que simplemente he dicho que hoy estaba guapa -él bufa, intentando acercarse a ella, algo que no consigue pues ella huye por el pasillo.
-Ya, claro, ¿por eso le has tenido que mirar las tetas? -él la agarra por la espalda, girándola para mirarla a los ojos.
-No te pongas así por una tontería, sabes que eres la única.
Y se funden en un beso sin descanso. Ella realmente no estaba enfadada, le gusta discutir de vez en cuando con él sólo por sus reconciliaciones. Ella comienza a caminar por el pasillo hasta su habitación entre besos. Adiós a la camiseta, adiós a los pantalones. Adiós a su enfado. Y un beso, un suspiro, un lugar cálido y desconocido. Terminan fundiéndose en mil besos, mil caricias, mil jadeos. La cama fue testigo de la unión de una pasión desenfrenada, testigo de gemidos, de fluidos, de miradas.

Historia de San Valentín I.


Un beso en la frente y una sonrisa pintada en la cara. Parece mentira que ya haga un año desde que se conocieron. Un año que, en realidad, no es tanto tiempo. 365 días, con 365 momentos diferentes.
-¿Por qué te fijaste en mí? -pregunta ella con cierta ternura, con la ternura que siempre desprende ella.
-¿Cómo no hacerlo? -él sonríe y le da un suave beso sobre sus labios, luego agarra una de sus manos y comienza a caminar con ella.
-No, de verdad, ¿por qué lo hiciste? -lo mira con curiosidad- ¿Fue por mi vestido rojo en aquella fiesta? ¿por mi forma de bailar? ¿por qué?
-¿Quieres saberlo, pequeña? -él frena, mirándola.
-Sí, quiero saberlo.
-Me llamó la atención tu forma de sonreír, tu forma de mirar, tu risa, tu cuerpo... -sube una de sus manos hacia la mejilla de ella, acariciándola con dulzura- pero lo que más me llamó la atención fue tu forma de pronunciar mi nombre.
-¿Mi forma de pronunciar tu nombre? -suelta una carcajada, divertida- ¿lo pronuncio de forma diferente?
-Un día mi padre me dijo que sabría quién sería mi media naranja si ella sabía pronunciar mi nombre de manera diferente. Desde el momento en el que te escuché, supe que eras tú.

Podría ser peor.


¡Qué fácil es decir lo que todo el mundo quiere oír! Sonreír con simpatía, preguntar qué tal aunque no te importe, aparentar ser buena persona. Y, en el fondo, ¿qué? En el fondo todo es putrefacción y escoria, en el fondo sólo somos corazón, sangre y tripas. Que mis tripas no son más bonitas que las de nadie. Que las tripas de esa persona a la que odias no son peores que las tuyas.
Pero tampoco hay que alarmarse, ¿para qué? La vida es eso. Seguir sonriendo aunque sepas que ocurren desgracias a tu alrededor, intentar ser feliz aunque por dentro sientas un gran vacío. Toca la guitarra con una melodía melancólica y sincera, pensando en todas aquellas personas que realmente sufren. Porque tú, amigo, tú no sufres. Simplemente te quejas de las tonterías que te suceden. Siempre hay cosas peores y, cuando no hay nada peor de lo que te ocurre, al final sacas una sonrisa pensando que podría ser peor.

Amor en silencio.


-¿Me quieres? -susurra ella entre sus labios, rozándolos con los de él con suma armonía.
-Sabes que sí -sonríe y comienza a besarla con dulzura, saboreándola hasta que ella se aparta ligeramente, apenas unos centímetros.
-¿Por qué sólo me lo dices cuando estamos tú y yo? -agarra sus manos, enlazándolas, acariciándolas.
-Sabes que no puedo, sabes que es complicado, está ella y...
-Y la quieres más que a mí -se separa de él, celosa ante la respuesta de él.
-Ella es mi novia, joder, no podemos hacer esto.
-Pero yo te quiero, Jack.
-Hay veces que no sólo con querer se puede estar con alguien.

Y allí, cuando nadie puede verlos, en mitad de la penumbra, se vuelven a besar. Saben que no está bien, saben que no estarán juntos, pero se quieren y no pueden remediarlo. Una vez él le dijo "estamos jugando con fuego" y ella simplemente asintió.

martes, 8 de febrero de 2011

BCS=DR


El día menos esperado, en un momento que ni va ni viene, sin nada especial para hacerlo. Ella necesita decirle lo muchísimo que lo quiere, que lo necesita. Tal vez puede aguantar sin hablar con él un día, dos días, una semana, pero no podría aguantar sin hablar con él nunca más. El orgullo se desvanece al pensar en un enfado con él. Y no le gusta ser tan vulnerable, ni que le puedan hacer daño con hacérselo a él, ni que él mismo tenga el poder de hacerla daño. Pero también sabe que él no lo hará. Él también la quiere, en cierto modo. Siempre dice que la quiere más, pura palabrería según ella, pero la hace sentir como una princesa cuando se lo dice. Y ella no quiere que él nunca diga simplemente un adiós, ella quiere escuchar un hasta mañana, te quiero mucho.
Tantos recuerdos vividos con él, tantas risas, tanto odio hacia su hermana. Pero al final todo se resumen en que ella sin él no es nada, lo necesita de verdad. Te necesito de verdad.

Ganas de ti.


-¿Qué te pasa hoy? -los dos mantienen la mirada fija en el vacío.
-¿A mí? Nada... -susurra ella con voz un tanto melancólica, sin intentar mostrar lo que realmente siente.
-Venga, va, te conozco desde hace mucho tiempo -gira la cabeza con rapidez para observar su rostro detenidamente- ¿qué ocurre?
-¿Sabes esa sensación de que no tienes ganas de nada? -suspira hondo, intentando con su bocanada conseguir un poco de paz en su interior.
-Sí, la conozco, ¿es eso lo que te pasa? -él sigue mirándola, aunque ella aún sigue mirando al frente.
-No, es aún peor. No tengo ganas ni de hacer las cosas que antes me gustaban. No tengo ganas ni de salir, ni de ver la tele, ni de nada -comenta ella al tiempo que lo mira.
-Entonces, ¿no quieres estar conmigo? -frunce ligeramente el ceño mientras la sigue mirando.
-No es que quiera o que no, tú ya no eres una de esas pequeñas cosas que me hacían feliz. Tú eres la razón por la que sigo día a día. Al principio abriste un mundo nuevo y ahora... -sonríe ligeramente, alzando una mano hasta el cabello de él, acariciándole con ternura- ahora simplemente eres las pilas que hacen que siga viviendo.

lunes, 7 de febrero de 2011

Rutina.


Coje unas orquillas negras y las hunde entre su pelo. Sabe que si en el tercer intento no le sale un moño, tendrá que desistir. Se ha hecho demasiado tarde. Agarra la falda prevista para la cita. Una falda de talle alto, oscura, que no es demasiado larga ni demasiado corta. Una de esas faldas perfectas para las situaciones que se puedan presentar en una reunión. También se pone la camiseta blanca que tanto le gusta. Ahora debe desabrocharse la falda para poder meterse mejor la camiseta dentra de ella. Los zapatos negros de tacón bajo. ¿Dónde están los zapatos? ¡Qué descontrol! Ya sabe que irremediablemente llega tarde y es cuando se pregunta el por qué no se levantó un poco antes. Pero no tiene ni tiempo para detenerse a pensar en eso. Coge las llaves del coche con rapidez y se dirije al garaje. Otra mañana más, otra estúpida mañana igual que las anteriores.

sábado, 5 de febrero de 2011

You are amazing.


Apareció él entre la multitud de aquella estúpida e insípida fiesta. Música alta, sonidos melancólicos que a ella la estaban volviendo loca. Pero ella lo vio. Y no pudo decir nada, porque no tenía nada que decir. Él tampoco quiso decir nada, sólo la miró desde su posición, entre la multitud. Pasos de baile marcados por vestidos de fiesta. Interminables miradas hipócritas. Y con una indicación de miradas, él se acercó a ella. No estaban juntos, pero seguían sintiendo lo mismo. Un papel, un arrugado papel escrito con lapicero, en el que él decía lo único que podía decir.Y, tras dárselo, desapareció de nuevo entre aquellos jóvenes hambrientos de lujuria. Ella sonrió al leerlo, pero tampoco hizo nada más. Sabía que lo que sentían no llevaría a ninguna parte, pero ese papel había vuelto a revivir lo más profundo de su amor.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Hoy todo vale.


Hoy es el día que todo vale. Las reglas del juego no están marcadas, definidas, destinadas. Hoy no. Puedes cantar por la calle sin que nadie te detenga. Puedes volar mientras saltas sobre tu cama como cuando eras pequeño. Pues incluso llegar al cielo columpiándote sin temor. Porque hoy es el día que todo vale, el día que tienes el deber de disfrutar. Un día que todo puede salir de forma diferente, pero en el que todo te hace sonreír como si no tuvieras nada que perder. ¿Para qué amargarse? Hoy no será el día de la tristeza, la pena o el llanto. Hoy puedes hacer lo que quieras sin esa sensación de que serás juzgado. Todo el mundo necesita escuchar qué debe hacer en diversas situaciones, pero hoy no. Hoy tú eres la persona que marca las reglas, porque no todo está dicho. El destino de cualquier persona es siempre el que él mismo elige. Y tú, ¿qué eliges?

Viaje al centro de su tierra III

Como un pescado que se muerde la cola, su amor es inagotable. Y, aunque cada vez se acerque más el momento de regreso, su fin de semana estaba siendo increíble. Velas, música romántica, largos paseos por las callejuelas del casco más antiguo de la ciudad. Ella es feliz. A sus 18 años ha aprendido que vale la pena luchar contra todo y contra todos para estar con él. Él intenta no sentirse mal cada vez que ve a parejas con edades semejantes. Trata de luchar aún más que ella para que ésta se mantenga a su lado. Con 30 años, tiene miedo a perderla.
- Ven, princesa, vamos a comer en alguna cafetería.
- Me parece increíble que tengamos que irnos mañana.
Ella, resignada, asiente a la petición de ir a comer mientras piensa en voz alta. Parece que en Logroño, lejos de sus padres, lejos de todo, es mucho más fácil ser feliz. Nunca antes había estado en esa ciudad, pero ahora le parecía el mayor refugio del mundo.


- Espera, antes de entar quiero... -ella murmura mientras agarra las dos manos de él.
- ¿Qué quieres?
Él la mira sonriente. Se acarician las manos con ternura, sin miedo, sin restricciones. Ella se acerca a él y comienza a besarlo con esa dulzura especial que la caracteriza. Pausadamente, pero con intensidad. Sólo ella besa así. Y ahí, en la entrada del bar, sin miedo a ser descubiertos, pueden besarse con la seguridad de que todo seguirá igual después de abrir los ojos.