lunes, 6 de junio de 2011

¿Imaginamos?


Ella se inclina sobre él y le sorprende con un suave beso sobre los labios antes de susurrar un suave "te quiero". Él sonríe y le acaricia la espalda con dos dedos, disfrutando con tan sólo la presencia de ella a su lado.
- ¿Imaginamos? -pregunta ella, incorporándose un poco para mirarle.
- ¿Qué quieres imaginar? -él responde, observando los labios de ella.
- Podemos imaginar que estamos los dos juntos de verdad, que no sólo es un sueño. Podemos imaginar que tú me abrazas mientras caminamos por Sintra y que no tenemos miedo a volvernos locos el uno por el otro. Podemos imaginar que no hay distancia, que sólo con un paso podemos estar juntos, que tu casa está cerca de la mía. Imaginemos un atardecer los dos juntos en una playa desierta, una habitación de hotel y muchas horas por delante o simplemente estar los dos en una cafetería. Podemos soñar con que no hay mañana, sólo el tiempo en el que estamos juntos, tú y yo -ella se tumba al lado de él, sin apartar la mirada de su rostro, observando su reacción.
- Pequeña, me parece perfecto todo lo que has dicho, pero ¿sabes con qué sueño yo? -ella le presta más atención y él ladea una sonrisa- Contigo, sólo contigo.

sábado, 4 de junio de 2011

Alone.

Ella camina entre la multitud hasta encontrar un lugar apartado donde poder sentarse, despejarse. Abrumada por tanta gente, necesita un momento para volver a respirar y pensar en qué estaba pasando. Sus amigas no estaban, se encontraba sola. Sola y como una estúpida. "No puedo más", susurró con una lágrima en los ojos.


Muchas veces me paro a pensar en cosas que no debería ni analizar. Cada vez todo el mundo pasa más de los demás, cada vez paso más de todo el mundo. Me molesta que me insistan, pero aún más que ni siquiera lo hagan. Agradezco un abrazo a tiempo, aunque también acepto los que están fuera de lugar. Me gustaría poder estar frente al mar con él y gritar, sin acercarnos al agua, sólo rozando la arena. Odio cuando la gente es tan falsa que incluso ella misma se cree sus mentiras. Me gustaría no pensar tanto en las cosas una vez hechas. ¿Qué más da si le besé, si no le besé o si salí aquel día? Lo hice porque en ese momento era lo que creía y punto. Muchas veces estoy equivocada, pero otras acierto y no obtengo una recompensa. Y últimamente siento que estoy perdiendo demasiadas cosas, incluso la vergüenza a estar sola. Te necesito y no puedo ni decirlo en voz alta; necesito tus abrazos, tus palabras bonitas y tus besos. Y sí, tal vez todo fuera un error, pero me gustó vivir ese error.

domingo, 29 de mayo de 2011


Caminaban por la calle sin nada de lo que hablar, sin malestar pero tampoco como habían estado antes. Cuando antes caminaban por la calle era algo natural ir de la mano, hablar sobre mil cosas, reír. Ahora no, ahora simplemente caminan por la calle. Él piensa en el fútbol y ella en que algo no está bien entre ellos dos. Y siguen caminando por la calle en la que tantas veces se habían besado, donde una vez ella se tropezó y él se rió, donde él la cogió una vez de la cintura y la abrazó con muchas ganas. Pero esta vez era diferente a todas las anteriores, ya nada era como antes, y una casualidad del destino hizo que ella se diera cuenta. Un escalofrío recorrió su espalda al leer la nueva pintada de la pared.
- Never regret anything because at one time it was exactly what you wanted -susurró al tiempo que dejaba de caminar.
- ¿Qué has dicho? -él la miró y se quedó unos pasos por delante de ella.
- Ya no quiero esto más, Mateo, es hora de dejarlo -ella lo miró y suspiró.
- ¿Pero qué dices? ¿por qué? ¿te has vuelto loca? -él no entendía nada, se acercó hasta ella con el ceño fruncido.
- Ya no quiero seguir así, ya no te quiero -negó lentamente y luego encogió los hombros-

Y así terminó todo, sin ni siquiera un beso de despedida. Él no lo entendía, la seguía queriendo como el primer día, o eso pensaba. Ella llevaba mucho tiempo sin saber si realmente quería seguir con él y fue en ese momento, en ese preciso momento, cuando se dio cuenta de que había sido muy feliz con él pero ahora ya no. No podía seguir fingiendo estar bien, no quería, pero tampoco se arrepentía de todo lo que vivió con él. Había comenzado una nueva etapa de su vida en la que él no tenía cabida.

domingo, 22 de mayo de 2011

Ser feliz no significa que todo sea perfecto.


No tengo dinero, necesito dinero, voy a conseguir dinero. Lo consigo. Tengo dinero, ¿qué haré con el dinero? Me compraré un vestido. Tengo un vestido nuevo, lo tengo que estrenar. ¿Dónde podré estrenarlo? Tengo que preparar una fiesta para poder estrenarlo, sí. Una fiesta grande, donde haya que llevar un vestido. Preparo la fiesta, estoy en la fiesta, me aburro en la fiesta, conozco a gente en la fiesta. ¿Quién es ese chico? Tengo que conocerlo, voy a conocerlo. Lo conozco. Me gusta, quiero quedar con él, quedo con él. Tengo que besarle, me gustaría tanto besarle. Lo beso, me gusta su beso, quiero otro beso. Bésame, cielo. Otro beso más y para casa.

Sin un fin real, sin un futuro al que me dirija, simplemente viviendo el presente. ¿Qué pasará mañana? Nadie lo sabe. Probablemente siga todo igual que ahora, aburrido y monótono. Tal vez muera, tal vez conozca a alguien que realmente merezca la pena. Tal vez el sol proyecte unos rayos más calurosos o una nube produzca lluvia. La incertidumbre de la vida abruma tanto que muchas veces no se puede ser feliz, pero ser feliz no significa que todo sea perfecto.

Visiones.


Coge su tabla y camina por la arena de la playa, respirando profundamente. Observa el agua del mar, las olas, las gaviotas. Da un respiro hondo y largo, sintiendo dentro de él la brisa marina, el olor a mar, a sal. Antes de introducirse en el agua cierra los ojos y sonríe. Las gaviotas y las olas proporcionan ese sonido especial que consigue que su vello de ponga de punta. Vuelve a abrir los ojos y da unos pasos más, tocando ya con los pies el agua. Está fría, todavía no es verano y aún el agua mantiene unas temperaturas bastante bajas. El agua ya le llega por la cintura. La tabla se deja llevar ligeramente por las olas. No sabe muy bien cómo lo hará, pero no le importa demasiado; sabe que no le pasará nada. La seguridad que demuestra de sí mismo consigue que se monte en la tabla justo antes de que una gran ola se acerque por el horizonte.
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Ya está ahí otra vez. Desde hace una semana, todos los días a la misma hora aparece. Primero se queda frente al mar unos instantes y después coge la tabla. Lo he observado varios días y creo que ha ido mejorando. Parece que se divierte con las olas. Una suerte para él que tiene una afición, yo sólo me quedó en casa observando cómo los demás viven sus vidas.

Remember me.


¿Por qué tuvo que pasar? ¿Por qué te conocí? ¿Por qué te quise tanto sin apenas darme cuenta? ¿Por qué se deshizo nuestro hechizo? ¿Qué fue de aquellas tardes recorriendo cualquier calle con tal de poder robarnos besos? ¿qué pasó con esas noches abrazados en las que lo que menos importaba era dormir? La vida es tan injusta a veces que da miedo pensarlo. Lo único que quedó de aquel tiempo es el recuerdo, podría ser un recuerdo bonito pero tampoco lo es. No es bonito, no fue bonito ni desde el principio ni terminó siendo bonito. Las estrellas se alinearon para que todo pareciera más fácil, pero cada día es un poco más difícil. A veces me sorprendo recordando y aún sigue doliendo. No duele tu recuerdo, no duele lo que pasó, no duele siquiera no saber nada de ti. Duele saber que todo terminó y, sobre todo, el miedo. El miedo duele muchísimo, penetra mi piel como si fuera algo lógico, pero no lo es. No es lógico que aún te eche de menos, ni tampoco que tú ni pienses en mí una última vez.

martes, 29 de marzo de 2011

Besos.


Besos. Profundos, cálidos, húmedos. Besos lentos. Besos intensos. Besos con un pequeño toque de pasión. Besos interminables. Besos cortos, demasiado cortos e incluso picos. Besos dulces, con sabor. Besos amargos, tristes, dolorosos. Besos con lujuria. Besos antes, y también después. Besos con armonía. Besos que sólo son besos. Besos que significan todo. En la mano, en la frente, en los labios. Besos incluso con tus enemigos. Besos con tu pareja, con tus padres, tus hermanos. Besos con sabor a mar, a frío, a rico. Todo son besos.

jueves, 24 de marzo de 2011

Memories.


Ella coge la foto que aún permanecía colgada. Es la última foto, por fin. No sabe exactamente cómo será su vida a partir de aquello, pero de lo que sí está segura es de que algo va a cambiar. No será todo como hasta ahora y eso la reconforta. Saber que después de mucho tiempo alejándose de todo, de todos, ha decidido volver a ser quien era. Porque hay veces que perdemos el rumbo y nos olvidamos de que formamos parte de algo. Da igual si ese "algo" son tus familiares, tus amigos o una pareja. Las personas a las que realmente les importas siempre lo darán todo por ti para que trates de ser feliz, algo que ella había olvidado. Pero hoy todo cambió. Se puso los tacones rojos que tanto tiempo atrás habían sido sus favoritos y cogió todas las fotos de las personas que anteriormente habían sido sus amigos. Ahora ya no quedaba relación ninguna con ellos debido a su aislamiento, pero antes era algo esencial en su vida. "Para superarlo tengo que hacer esto", murmura para sí misma mientras sale del portal de su casa. La primera foto es la de Tomás. Miles de recuerdos vienen a su cabeza al ver la foto, miles de momentos que un día la hicieron feliz...
No sabe qué pasará al volver a visitar a cada uno de sus amigos, no sabe siquiera si abrirán la puerta, pero sabe que necesita hacerlo.
- ¿Qué haces aquí después de tanto tiempo? -Tomás ha abierto la puerta, pero en su tono no hay reproche sino sorpresa y alegría.
- Vine al ver la foto, Tommy, ¿te acuerdas de aquel día? -comenta ella, ladeando una sonrisa.
Y los dos vuelven a sonreír al recordar viejos tiempos. Así fue haciendo con cada una de las personas que aparecían en las fotos. Así fue haciendo hasta que vio que ya no estaba sola, que los necesitaba. Hasta que se dio cuenta de que la felicidad también estaba en cada una de esas personas, porque los amigos tienen ese nosequé que quéseyo que hace que todo sea más especial cuando están ellos presentes.

martes, 1 de marzo de 2011

Adoro a mi Jack.

-Dímelo otra vez, dímelo... -ella sonríe muy cerca de los labios de él, observándolos con dulzura.
-Te quiero mucho -él se acerca un poco más a ella y la besa con suavidad sobre sus labios, sólo un beso tímido ante el público del restaurante.



Ella recuerda todo lo que vivió con él hace ya unos meses y sonríe. Porque fue bonito mientras duró. Aunque él no era perfecto, aunque ella no era perfecta. Aunque ella se cansara de él y él desapareciera. Aunque había pasado mucho tiempo sin saber cómo estaba. Y ahora, meses después, siente que lo quiere como el primer día. Pero es algo que no le duele, algo que le gusta. Y saber que ahora que son amigos todo es casi tan perfecto como era antes, pero sin sexo.

martes, 22 de febrero de 2011

Real.

Pasa el tiempo sin darnos cuenta. Pasa el tiempo tan rápido a veces que incluso no te das cuenta del daño, de la espera, de nada. No te das cuenta de que los demás siguen, tú sigues, la vida sigue. Y, cuando por fin te percatas de que el tiempo ha pasado, te sientes sola. Sola porque las personas que antes eran importantes ahora ya no lo son, tanto no. Porque lo que antes te gustaba o podía gustarte ya no tiene sentido, ya no te gusta. Porque ves lo felices que son personas que antes eran parte de tu vida y que ahora no lo son. Y te sientes idiota al pensar que ellos no iban a ser felices sin tu amistad.
-¡Qué ilusa he sido tantas y tantas veces!
-¿De verdad creías que ibas a ser tú siempre el centro de atención?
Y ahora, cuando por fin te das cuenta de que te has separado de tus amigas, que con tu familia no te entiendes, que no tienes a una pareja para hacerte sentir especial... te derrumbas.
-Lo tienes bien merecido por no haber sabido seguir al lado de las personas que te querían.
Y sólo queda resignarte. Tal vez tu nueva situación te guste. Tal vez tu nueva situación te angustie. Tal vez... necesitabas cierta distancia para darte cuenta de que ahora la situación es diferente, nadie va a estar detrás de ti, tendrás que ser tú la persona que apoye a los demás, que esté siempre, que trate de preocuparse.


Pero no, yo no soy así, yo no puedo preocuparme por gente que ya no es parte de mi vida. No llamaré a nadie para decirle simplemente "te quiero" cuando nunca lo he hecho antes. No pararé de hacerles daño. No puedo hacer nada más que seguir aquí, aguantando sola. Y no estoy sola, sé que no. Pero, ¿a quién le importa realmente cómo me sienta?

lunes, 21 de febrero de 2011

Pájaros de Portugal.


Su largo vestido de color rosa pastel se mueve al tiempo que ella camina con lentitud por una de las grandes terrazas abarandilladas del palacio. Sólo se escuchan sus zapatos repiquetear en las baldosas. Aumenta el ritmo de su marcha con cada paso, deseosa por llegar hasta él. Entra en el interior del majestuoso lugar y camina por las estancias. Tras cruzar los amplios salones, llega por fin a la habitación en la que él la espera. Él está contemplando por la ventana la belleza de aquel paraje mágico, verde y colorido.
-Mi señor, ya estoy aquí -murmura ella con su suave voz.
-Oh, querida, ven a contemplar el bello lugar.
Él no aparta la mirada de lo que, a través de la ventana, ve. Ella se acerca, agarrándose el vestido para no pisarlo. Se queda asombrada tras darse cuenta de que es algo particularmente delicioso a la vista.
-Es precioso -susurra ella, asombrada.
-Sí, lo es -él la mira con una sonrisa.
-¿Nos quedaremos? -ella sigue mirando por la ventana un segundo antes de mirarlo.
-Nos quedaremos aquí, princesa.

martes, 15 de febrero de 2011

Enyel.


Hace tiempo que ella sabe lo mucho que lo adora, lo mucho que lo necesita, lo mucho que lo quiere. Le sorprendió saber que él también la quería de igual modo, que la veía con ojos diferentes. Pero las cosas fueron complicadas desde un principio. Nada fue fácil entre ellos, no porque ellos no se quisieran, sino porque la vida a veces es difícil. Pero ahora están juntos, están bien, son felices. Cada foto, cada momento, cada beso, todo es perfecto. Y ellos saben que lo suyo es real, diferente, porque están hechos el uno para el otro. O eso cree ella, al menos. Siempre hay algo que puede fallar, en este terrible trascurso de la vida, pero ella no quiere perderlo. Podría llorar mil veces en silencio, podría callar sus miedos, podría... pero no, ya no. No tiene que silenciar nada, ni dejará que sus miedos ganen la partida. Estar con él es único, mágico. Como imaginarse en un lugar repleto de lindas mariposas de colores. Porque él la hace sentir tan especial que, sólo por eso, merece la pena no caer en la tentación. Sólo caer en sus labios, en su piel, en sus ojos, en su sonrisa. Desde el fondo de su corazón grita ¡te quiero! y él lo escucha. Aunque lo que oculta ella tras un susurro es que no quiere perderle jamás.

lunes, 14 de febrero de 2011

Historia de San Valentín II

-Pues vete con ella si tanto te gusta -ella grita, enfurecida.
-No digas tonterías, joder, que simplemente he dicho que hoy estaba guapa -él bufa, intentando acercarse a ella, algo que no consigue pues ella huye por el pasillo.
-Ya, claro, ¿por eso le has tenido que mirar las tetas? -él la agarra por la espalda, girándola para mirarla a los ojos.
-No te pongas así por una tontería, sabes que eres la única.
Y se funden en un beso sin descanso. Ella realmente no estaba enfadada, le gusta discutir de vez en cuando con él sólo por sus reconciliaciones. Ella comienza a caminar por el pasillo hasta su habitación entre besos. Adiós a la camiseta, adiós a los pantalones. Adiós a su enfado. Y un beso, un suspiro, un lugar cálido y desconocido. Terminan fundiéndose en mil besos, mil caricias, mil jadeos. La cama fue testigo de la unión de una pasión desenfrenada, testigo de gemidos, de fluidos, de miradas.

Historia de San Valentín I.


Un beso en la frente y una sonrisa pintada en la cara. Parece mentira que ya haga un año desde que se conocieron. Un año que, en realidad, no es tanto tiempo. 365 días, con 365 momentos diferentes.
-¿Por qué te fijaste en mí? -pregunta ella con cierta ternura, con la ternura que siempre desprende ella.
-¿Cómo no hacerlo? -él sonríe y le da un suave beso sobre sus labios, luego agarra una de sus manos y comienza a caminar con ella.
-No, de verdad, ¿por qué lo hiciste? -lo mira con curiosidad- ¿Fue por mi vestido rojo en aquella fiesta? ¿por mi forma de bailar? ¿por qué?
-¿Quieres saberlo, pequeña? -él frena, mirándola.
-Sí, quiero saberlo.
-Me llamó la atención tu forma de sonreír, tu forma de mirar, tu risa, tu cuerpo... -sube una de sus manos hacia la mejilla de ella, acariciándola con dulzura- pero lo que más me llamó la atención fue tu forma de pronunciar mi nombre.
-¿Mi forma de pronunciar tu nombre? -suelta una carcajada, divertida- ¿lo pronuncio de forma diferente?
-Un día mi padre me dijo que sabría quién sería mi media naranja si ella sabía pronunciar mi nombre de manera diferente. Desde el momento en el que te escuché, supe que eras tú.

Podría ser peor.


¡Qué fácil es decir lo que todo el mundo quiere oír! Sonreír con simpatía, preguntar qué tal aunque no te importe, aparentar ser buena persona. Y, en el fondo, ¿qué? En el fondo todo es putrefacción y escoria, en el fondo sólo somos corazón, sangre y tripas. Que mis tripas no son más bonitas que las de nadie. Que las tripas de esa persona a la que odias no son peores que las tuyas.
Pero tampoco hay que alarmarse, ¿para qué? La vida es eso. Seguir sonriendo aunque sepas que ocurren desgracias a tu alrededor, intentar ser feliz aunque por dentro sientas un gran vacío. Toca la guitarra con una melodía melancólica y sincera, pensando en todas aquellas personas que realmente sufren. Porque tú, amigo, tú no sufres. Simplemente te quejas de las tonterías que te suceden. Siempre hay cosas peores y, cuando no hay nada peor de lo que te ocurre, al final sacas una sonrisa pensando que podría ser peor.

Amor en silencio.


-¿Me quieres? -susurra ella entre sus labios, rozándolos con los de él con suma armonía.
-Sabes que sí -sonríe y comienza a besarla con dulzura, saboreándola hasta que ella se aparta ligeramente, apenas unos centímetros.
-¿Por qué sólo me lo dices cuando estamos tú y yo? -agarra sus manos, enlazándolas, acariciándolas.
-Sabes que no puedo, sabes que es complicado, está ella y...
-Y la quieres más que a mí -se separa de él, celosa ante la respuesta de él.
-Ella es mi novia, joder, no podemos hacer esto.
-Pero yo te quiero, Jack.
-Hay veces que no sólo con querer se puede estar con alguien.

Y allí, cuando nadie puede verlos, en mitad de la penumbra, se vuelven a besar. Saben que no está bien, saben que no estarán juntos, pero se quieren y no pueden remediarlo. Una vez él le dijo "estamos jugando con fuego" y ella simplemente asintió.

martes, 8 de febrero de 2011

BCS=DR


El día menos esperado, en un momento que ni va ni viene, sin nada especial para hacerlo. Ella necesita decirle lo muchísimo que lo quiere, que lo necesita. Tal vez puede aguantar sin hablar con él un día, dos días, una semana, pero no podría aguantar sin hablar con él nunca más. El orgullo se desvanece al pensar en un enfado con él. Y no le gusta ser tan vulnerable, ni que le puedan hacer daño con hacérselo a él, ni que él mismo tenga el poder de hacerla daño. Pero también sabe que él no lo hará. Él también la quiere, en cierto modo. Siempre dice que la quiere más, pura palabrería según ella, pero la hace sentir como una princesa cuando se lo dice. Y ella no quiere que él nunca diga simplemente un adiós, ella quiere escuchar un hasta mañana, te quiero mucho.
Tantos recuerdos vividos con él, tantas risas, tanto odio hacia su hermana. Pero al final todo se resumen en que ella sin él no es nada, lo necesita de verdad. Te necesito de verdad.

Ganas de ti.


-¿Qué te pasa hoy? -los dos mantienen la mirada fija en el vacío.
-¿A mí? Nada... -susurra ella con voz un tanto melancólica, sin intentar mostrar lo que realmente siente.
-Venga, va, te conozco desde hace mucho tiempo -gira la cabeza con rapidez para observar su rostro detenidamente- ¿qué ocurre?
-¿Sabes esa sensación de que no tienes ganas de nada? -suspira hondo, intentando con su bocanada conseguir un poco de paz en su interior.
-Sí, la conozco, ¿es eso lo que te pasa? -él sigue mirándola, aunque ella aún sigue mirando al frente.
-No, es aún peor. No tengo ganas ni de hacer las cosas que antes me gustaban. No tengo ganas ni de salir, ni de ver la tele, ni de nada -comenta ella al tiempo que lo mira.
-Entonces, ¿no quieres estar conmigo? -frunce ligeramente el ceño mientras la sigue mirando.
-No es que quiera o que no, tú ya no eres una de esas pequeñas cosas que me hacían feliz. Tú eres la razón por la que sigo día a día. Al principio abriste un mundo nuevo y ahora... -sonríe ligeramente, alzando una mano hasta el cabello de él, acariciándole con ternura- ahora simplemente eres las pilas que hacen que siga viviendo.

lunes, 7 de febrero de 2011

Rutina.


Coje unas orquillas negras y las hunde entre su pelo. Sabe que si en el tercer intento no le sale un moño, tendrá que desistir. Se ha hecho demasiado tarde. Agarra la falda prevista para la cita. Una falda de talle alto, oscura, que no es demasiado larga ni demasiado corta. Una de esas faldas perfectas para las situaciones que se puedan presentar en una reunión. También se pone la camiseta blanca que tanto le gusta. Ahora debe desabrocharse la falda para poder meterse mejor la camiseta dentra de ella. Los zapatos negros de tacón bajo. ¿Dónde están los zapatos? ¡Qué descontrol! Ya sabe que irremediablemente llega tarde y es cuando se pregunta el por qué no se levantó un poco antes. Pero no tiene ni tiempo para detenerse a pensar en eso. Coge las llaves del coche con rapidez y se dirije al garaje. Otra mañana más, otra estúpida mañana igual que las anteriores.

sábado, 5 de febrero de 2011

You are amazing.


Apareció él entre la multitud de aquella estúpida e insípida fiesta. Música alta, sonidos melancólicos que a ella la estaban volviendo loca. Pero ella lo vio. Y no pudo decir nada, porque no tenía nada que decir. Él tampoco quiso decir nada, sólo la miró desde su posición, entre la multitud. Pasos de baile marcados por vestidos de fiesta. Interminables miradas hipócritas. Y con una indicación de miradas, él se acercó a ella. No estaban juntos, pero seguían sintiendo lo mismo. Un papel, un arrugado papel escrito con lapicero, en el que él decía lo único que podía decir.Y, tras dárselo, desapareció de nuevo entre aquellos jóvenes hambrientos de lujuria. Ella sonrió al leerlo, pero tampoco hizo nada más. Sabía que lo que sentían no llevaría a ninguna parte, pero ese papel había vuelto a revivir lo más profundo de su amor.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Hoy todo vale.


Hoy es el día que todo vale. Las reglas del juego no están marcadas, definidas, destinadas. Hoy no. Puedes cantar por la calle sin que nadie te detenga. Puedes volar mientras saltas sobre tu cama como cuando eras pequeño. Pues incluso llegar al cielo columpiándote sin temor. Porque hoy es el día que todo vale, el día que tienes el deber de disfrutar. Un día que todo puede salir de forma diferente, pero en el que todo te hace sonreír como si no tuvieras nada que perder. ¿Para qué amargarse? Hoy no será el día de la tristeza, la pena o el llanto. Hoy puedes hacer lo que quieras sin esa sensación de que serás juzgado. Todo el mundo necesita escuchar qué debe hacer en diversas situaciones, pero hoy no. Hoy tú eres la persona que marca las reglas, porque no todo está dicho. El destino de cualquier persona es siempre el que él mismo elige. Y tú, ¿qué eliges?

Viaje al centro de su tierra III

Como un pescado que se muerde la cola, su amor es inagotable. Y, aunque cada vez se acerque más el momento de regreso, su fin de semana estaba siendo increíble. Velas, música romántica, largos paseos por las callejuelas del casco más antiguo de la ciudad. Ella es feliz. A sus 18 años ha aprendido que vale la pena luchar contra todo y contra todos para estar con él. Él intenta no sentirse mal cada vez que ve a parejas con edades semejantes. Trata de luchar aún más que ella para que ésta se mantenga a su lado. Con 30 años, tiene miedo a perderla.
- Ven, princesa, vamos a comer en alguna cafetería.
- Me parece increíble que tengamos que irnos mañana.
Ella, resignada, asiente a la petición de ir a comer mientras piensa en voz alta. Parece que en Logroño, lejos de sus padres, lejos de todo, es mucho más fácil ser feliz. Nunca antes había estado en esa ciudad, pero ahora le parecía el mayor refugio del mundo.


- Espera, antes de entar quiero... -ella murmura mientras agarra las dos manos de él.
- ¿Qué quieres?
Él la mira sonriente. Se acarician las manos con ternura, sin miedo, sin restricciones. Ella se acerca a él y comienza a besarlo con esa dulzura especial que la caracteriza. Pausadamente, pero con intensidad. Sólo ella besa así. Y ahí, en la entrada del bar, sin miedo a ser descubiertos, pueden besarse con la seguridad de que todo seguirá igual después de abrir los ojos.

lunes, 31 de enero de 2011

Viaje al centro de su tierra II


Coge las maletas, como buen caballero que es, mientras ella baja la escalera hasta el coche. Ella está impaciente. Van a pasar un fin de semana a Logroño y, con él, todo puede pasar. Ella es feliz, tan feliz que le da miedo sentir algo tan fuerte. Por eso trata de fingir que no lo necesita tanto, intenta creérselo ella misma. Aunque él la quiera aún más, como cuando se quiere incondicionalmente a un niño pequeño simplemente porque te da vida con una carcajada.
- ¿Estás lista, mi amor? -mete las maletas en el maletero y le abre la puerta del coche a ella.
- Sí, estoy lista para saber qué pasará.
Y él agarra sus mejillas y la mira a los ojos. No dicen nada, pero saben que aquello nunca estuvo bien. Tal vez, apostar por alguien con quien no deberías estar traiga más problemas, pequeña. Pero ella no quiere darse cuenta de que él no es el hombre de su vida, según cuentan. Cada vez que sus labios se unen, da igual qué más puede pasar. Da igual todo, excepto ellos.

domingo, 30 de enero de 2011

Viaje al centro de su tierra I.


Un mapa encima de la mesa y una pequeña caja sobre él. Ella todavía no ha llegado, pero no falta mucho para que lo haga. Él se ha puesto su ropa favorita, ropa que ella le regaló. Perfumado con el aroma que ella más adora y peinado en un estilo casual muy interesante. La puerta, la puerta se abre.
- Jorge, ya estoy en casa.
Él aparece ante ella con una gran sonrisa acompañado de una gran rosa roja. Ella lo mira con extrañeza, no se lo esperaba. Coje la rosa y se acerca a él, dándole un suave y profundo beso en los labios. Pero eso a él no le parece suficiente. ¿Una rosa? ¿Sólo una rosa para ella? No.
- Vamos, ven, mi amor, tengo algo especial para ti -agarra su mano y la dirige hasta el salón, donde está el mapa.
- ¿Qué es esto? -se acerca hacia el mapa, observándolo con curiosidad.
- Cierra los ojos y señala un lugar, princesa.
Ella, con cierto recelo, cierra los ojos. Acaricia el mapa con su dedo índice, sin saber dónde pararlo. Y uno, dos, tres. Por fin elige un lugar, donde ha dejado su dedo.
- Ya, ahora, ¿qué?
- Abre los ojos y observa el lugar que señalas.
Ella obedece sin rechistar. ¿Para qué hacerlo? Sabe que él siempre consigue lo que se propone. Abre los ojos y aparta un poco el dedo, observando el lugar. Logroño.
- ¿Qué ocurrirá en ese lugar?
- Una sorpresa, mi cielo, una gran sorpresa.
Y la vuelve a besar, con una gran felicidad en su rostro. Su beso está lleno de armonía, de colorido, de un sabor especial, su sabor.

The only girl in the world.


Suenan voces a lo lejos. Risas de niños, tal vez. Ella camina distraída por la calle sin observar siquiera esos decorados árboles. ¿Para qué? Todo está igual que siempre. Y sigue andando. Un paso más, un paso más. Mira hacia el suelo, con la música en sus oídos. No tiene ganas de nada, como de costumbre. Un hombre la observa desde lo lejos, negando con la cabeza. "Vaya, qué pena, otra persona más" murmura con cierta tristeza. Ella lo mira, se ha dado cuenta de que la está mirando.
- Deberías darte cuenta de lo que hay a tu alrededor.
- ¿Perdone? -ella se quita los cascos del reproductor.
- Observa, niña, observa tu mundo espectacular y mágico. Aprecia las cosas bonitas de la vida, pero no intentes crearte un mundo en el que sólo puedas estar tú.