domingo, 23 de mayo de 2010

Envidia.


Mira hacia un lado. Descubre a una pareja dándose un apasionado beso y la envidia la envuelve. Porque sí, ella es muy feliz cuando él tiene detalles bonitos. Cuando lo ve y siente esas lindas mariposas en la boca del estómago. Pero hay algo que la destroza. El pasotismo desmesurado que él tiene hacia los pequeños detalles como decirle un "te quiero". Y eso le hace mucho daño. Porque quiere sentirse aún más especial de lo que él consigue que se sienta. Porque necesita saber lo que él siente de vez en cuando. Unas bonitas palabras susurradas en un buen momento. Lo que realmente él debería demostrar y no lo consigue.

viernes, 21 de mayo de 2010

Imperfecciones.


Simplemente, imperfecta, con todo lo que eso conlleva. Ella lo sabe, pero no le importa. ¿Para qué ser perfecta? Serlo sería demasiado aburrido. Y, así, con sus grandes o pequeñas imperfecciones, es feliz. Porque no se podría alcanzar nunca la perfección absoluta. Es demasiado complicado llegar a ella. Siempre hay algo, una mínima tontería, que hace que ya no seas perfecta. Por eso, intentar serlo es agotador. Y como ella no quiere ser perfecta, es aún más perfecta. Porque sabe que si quisiera acercarse a la perfección lo podría hacer, pero prefiere ser normal. Ser una chica más. Esa es su cualidad más especial, el querer ser ella misma y no lo que se debería ser.

domingo, 16 de mayo de 2010

Pablo Neruda.


Su melena se enredaba con el viento. Un cigarro en su mano izquierda. Un mechero en la derecha. Caminaba por la calle. Oscuridad y sombras. Pensaba en todas las cosas que la amargaban. Sus padres. Su hermana. Sus estudios. Todas esas tonterías que no dejaban de rondar su cabeza. Quería olvidarse de todo. Quería fumar. Quería encenderse el cigarro. Pero hacía demasiado viento. Se paró. Miró hacia el muro que tenía al lado. "Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos". En ese momento, lo consiguió. Una sonrisa y, por un segundo, olvidó.

viernes, 14 de mayo de 2010

Pensamientos.


Atrapada. Asustada. Agobiada. Ella no sabe qué hacer con su vida. ¿Realmente es eso lo que quiere? No, sabe que no. Pero ahí sigue. Intentándolo. Sin motivaciones. Y muy desengañada. Porque ella pensaba que aquello no sería así. Que el amor no sería así. Qué bonito lo ponen en las películas. "Denunciaré a Disney por hacerme creer que encontraría a un príncipe", pensaba constantemente. Se centraba siempre en aceptar lo que tenía. Pero con ello no llegaba a la plena felicidad. Y ella lo sabía. Pero, ¿cómo podía cambiarlo? ¿Dejándolo todo? No, así estaría aún más perdida. "Por lo menos, cuando tenía unas metas fijas podía alcanzarlas", comenta para sí. Pero ahora ella no tiene metas. Simplemente sigue viviendo. Sin aspiraciones a nada. Dándole igual una cosa que otra. Debía buscar de nuevo esas metas que la motivaran. Y, tal vez, olvidarse de él por un tiempo.

miércoles, 12 de mayo de 2010

El diario de Noa.


Un amor tan puro, loco e irreal que nada puede romperlo. Un amor mágico. De esos amores que duran eternamente. Aunque no estén juntos. Lo de menos es eso, el hecho de estar juntos. Porque saben que se quieren. Y con eso les vale. Los dos juguetean y se enamoran sin restricciones. Y luego, cuando se deben separar, duele demasiado. Él sabía que ella era la mujer de su vida desde el primer día. Ella tardó un poco más. Pero, al final, se unieron en el amor. Su historia es la historia del amor irracional. Del amor que supera todos los obstáculos. Del amor que supera el tiempo. Y, sobre todo, del amor que se encarga de hacer que los dos aguanten hasta el final. Hasta el día de su muerte. Porque el uno sin el otro no son nada. Y Noa lo sabía. Y Allie lo sabía. Se amaron desde que se conocieron aquel verano hasta el fin.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Un paseo para recordar.


Cuando te enamoras no piensas. Tampoco lo habías planeado. Los sentimientos no surgen porque una persona quiera o no. Simplemente, surgen y ahí están. Y cuando esos sentimientos son fuertes, duele. Porque el amor duele. Digan lo que digan. Y sientes como una parte de ti está en la otra persona. Te sientes vulnerable. Pero te gusta esa sensación. Porque parece que todos los días hace sol. Que no hay un momento de pena. Sólo felicidad. Y luego te das cuenta de que ese amor puede terminar. Tienes miedo. Pero sigues con la otra persona. Porque la quieres. Y, ¿qué pasa si la otra persona ya te había dicho desde el principio que no te enamoraras? Y, aún más, ¿qué ocurre si el motivo por el que no quiere que te enamores es porque está enferma? Duele, ¿verdad?

lunes, 3 de mayo de 2010

Quiero comer arroz.


La niña está llorando. Ya no aguanta más. Sabe que hoy será el día de su muerte. Realmente desea que así sea. Está tan cansada de la vida. Demasiado. Con su corta edad debería ser más alegre. Tiene toda la vida por delante. Eso es lo que más la asusta. ¿Una vida por delante? Y, ¿cómo será esa vida? No quiere ni pensar en ello. El miedo la paraliza. Roza la cuchilla por su muñeca. La sangre brota lentamente. "Qué afilada estás, casi no me rocé y ya me hice un corte" piensa mientras continua cortándose. Una vez. Dos veces. Tres veces. Y la bañera llena de agua se empieza a transformar en sangre. Deja la cuchilla en el suelo del baño. Cierra los ojos. Tiene miedo. Pero sabe que lleva mucho tiempo ya muriendo. Tal vez no tuviera una enfermedad. Tal vez no fuera una muerte con fecha de día final. Pero ella sentía como si su alma la hubiera abandonado. Y sólo estuviera su cuerpo. Un cuerpo que estaba a punto de dejarse vencer contra la muerte. El último pensamiento antes de no despertar fue sorprendente. Algo que ni ella misma esperaba. "Quiero comer arroz".

sábado, 1 de mayo de 2010

Hey there, Delilah


Querida Delilah:
Hace un día que te fuiste. Me dejaste aquí, solo. Pero sé que pronto estaré contigo. Y da igual lo que los demás piensen. Esto va a funcionar, pequeña. Yo sé que funcionará. Porque el amor que siento no es pura locura. O, en cierta medida, lo es. Pero te quiero. Te amo, diría yo. Y no puedo estar ni un segundo sin pensar en ti. Aunque sé que estarás lejos. Pero yo no me rindo. Tan solo déjame seguir queriéndote en la distancia. Sólo te pido eso. Porque sé que algún día volveremos a estar juntos. Ahora estarás leyendo mi carta. Y sólo de pensarlo me pongo feliz. Estarás sonriendo. Como la primera vez que te vi. Y espero que esa sonrisa no se apague. Ni aunque la gente piense que estamos locos. Porque, ¿qué son unos cientos de kilómetros comparados con nuestro amor? Cuando tengas miedo, cierra los ojos. Cierra los ojos y piensa en mi. Así sabrás lo que siento yo por ti.
Te quiero.
Matt.

Quiero ser libre.


Quiero ser libre. Poder gritar sin miedo. Sentir el aire acariciando mi pelo. Quiero ser libre. Y disfrutar del mundo entero. Sin ataduras. Sin complejos. Quiero ser libre. Surcar el mar. Ir sin tiempo. Hacer lo que quiera. Pero sin que nadie judgue lo que quiero. Quiero ser libre. Besarte en cualquier momento. Estar a tu lado siempre. Y disfrutar de nuestros encuentros. Porque contigo soy libre. Porque sin ti yo no quiero. No quiero nada que no sean tus labios. Y si tengo errores los admito. Los admito, corrijo y los resto. Porque no quiero vivir con mis miedos. Éstos me aterrorizan. Pero es que ya no quiero.