domingo, 22 de mayo de 2011

Visiones.


Coge su tabla y camina por la arena de la playa, respirando profundamente. Observa el agua del mar, las olas, las gaviotas. Da un respiro hondo y largo, sintiendo dentro de él la brisa marina, el olor a mar, a sal. Antes de introducirse en el agua cierra los ojos y sonríe. Las gaviotas y las olas proporcionan ese sonido especial que consigue que su vello de ponga de punta. Vuelve a abrir los ojos y da unos pasos más, tocando ya con los pies el agua. Está fría, todavía no es verano y aún el agua mantiene unas temperaturas bastante bajas. El agua ya le llega por la cintura. La tabla se deja llevar ligeramente por las olas. No sabe muy bien cómo lo hará, pero no le importa demasiado; sabe que no le pasará nada. La seguridad que demuestra de sí mismo consigue que se monte en la tabla justo antes de que una gran ola se acerque por el horizonte.
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Ya está ahí otra vez. Desde hace una semana, todos los días a la misma hora aparece. Primero se queda frente al mar unos instantes y después coge la tabla. Lo he observado varios días y creo que ha ido mejorando. Parece que se divierte con las olas. Una suerte para él que tiene una afición, yo sólo me quedó en casa observando cómo los demás viven sus vidas.

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