martes, 15 de febrero de 2011

Enyel.


Hace tiempo que ella sabe lo mucho que lo adora, lo mucho que lo necesita, lo mucho que lo quiere. Le sorprendió saber que él también la quería de igual modo, que la veía con ojos diferentes. Pero las cosas fueron complicadas desde un principio. Nada fue fácil entre ellos, no porque ellos no se quisieran, sino porque la vida a veces es difícil. Pero ahora están juntos, están bien, son felices. Cada foto, cada momento, cada beso, todo es perfecto. Y ellos saben que lo suyo es real, diferente, porque están hechos el uno para el otro. O eso cree ella, al menos. Siempre hay algo que puede fallar, en este terrible trascurso de la vida, pero ella no quiere perderlo. Podría llorar mil veces en silencio, podría callar sus miedos, podría... pero no, ya no. No tiene que silenciar nada, ni dejará que sus miedos ganen la partida. Estar con él es único, mágico. Como imaginarse en un lugar repleto de lindas mariposas de colores. Porque él la hace sentir tan especial que, sólo por eso, merece la pena no caer en la tentación. Sólo caer en sus labios, en su piel, en sus ojos, en su sonrisa. Desde el fondo de su corazón grita ¡te quiero! y él lo escucha. Aunque lo que oculta ella tras un susurro es que no quiere perderle jamás.

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