lunes, 21 de febrero de 2011

Pájaros de Portugal.


Su largo vestido de color rosa pastel se mueve al tiempo que ella camina con lentitud por una de las grandes terrazas abarandilladas del palacio. Sólo se escuchan sus zapatos repiquetear en las baldosas. Aumenta el ritmo de su marcha con cada paso, deseosa por llegar hasta él. Entra en el interior del majestuoso lugar y camina por las estancias. Tras cruzar los amplios salones, llega por fin a la habitación en la que él la espera. Él está contemplando por la ventana la belleza de aquel paraje mágico, verde y colorido.
-Mi señor, ya estoy aquí -murmura ella con su suave voz.
-Oh, querida, ven a contemplar el bello lugar.
Él no aparta la mirada de lo que, a través de la ventana, ve. Ella se acerca, agarrándose el vestido para no pisarlo. Se queda asombrada tras darse cuenta de que es algo particularmente delicioso a la vista.
-Es precioso -susurra ella, asombrada.
-Sí, lo es -él la mira con una sonrisa.
-¿Nos quedaremos? -ella sigue mirando por la ventana un segundo antes de mirarlo.
-Nos quedaremos aquí, princesa.

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